-Que haces hay escondido?(me dijo una voz grave, la cual me
sonaba pero no era capaz de ponerle cara)
Levanté la cabeza y le reconocí. Era Luís, nuestro maestro
de matemáticas, un hombre realmente egocéntrico como él solo, ya canoso por el
paso del tiempo y junto a algo que le identificaba por el resto de profesores.
Su barriga cervecera y su falta de higiene. No porque lo dijera yo solo, sino
porque todos podíamos oler ese olor tan estruendo al cual no podría acostumbrarme
nunca. Era algo que odiaba.
-Estaba… (dije sin poder pronunciar mas palabras. No me lo
esperaba y menos que me diera un susto de aquella envergadura)
-Levanta de ahí! (se dirigió hacia mí enfadado) No querías escuchar
lo que hablaban? Ahora los vas a escuchar mejor! Entra aquí! (mientras me señalaba
con su dedo índice la puerta de aquel despacho)
Tocó la puerta antes de entrar. Y no dijeron nada. Lo cual
significaba que podíamos entrar sin problema.
-Miren a quien traigo! (dijo dirigiéndose a mi padre y a mi tío
mientras sacaba una sonrisa de lo mas sarcástica)
Miré a mi padre esperando alguna muestra de afecto, de
cariño por su parte o tal vez una simple sonrisa. Sería lo más normal después de
“abandonar” allí a su hijo haría cerca de un mes, y sin haber ido todavía a
visitarle. Pero no fue así. Ni se inmutó. Solo me miró con cara desafiante,
como si de un enemigo se tratase.
Mi situación era incomoda a la misma vez que injusta.
-Porque le as traído? (le grito mi tío aquel hombre de pelo
gris) Acaso yo te he dicho que lo trajeras? Eres un inútil!
Aquellas palabras se metieron en mi cabeza y no cabía en mí.
Quizás por la forma de hablarle aquel hombre tan mayor, la cual no era la más
apropiada o tal vez por lo poco que quería que yo estuviera allí.
Llevaba un mes sin verme y viene a donde me ha dejado
interno y no es para verme? No entendía nada de aquello. Qué clase de personas
eran esos dos seres que estaban delante mía?
-Señor, nuestro querido alumno estaba escondido bajo la
ventana de su despacho. Por eso lo traje. (Le habló de forma muy correcta.
Demasiada correcta diría yo por la forma no tan educada que tubo mi tío Emilio
para dirigirse a él)
-Ya te puedes marchar Luís (le dijo secamente)
-Osea esto es a lo que te dedicas aquí, no? A espiar a la
gente! Qué clase de educación te he dado yo para que hagas esto? Toda la culpa
la tuvo ese colegio público.(mi tío asintió con la cabeza) Que os metieron en
la cabeza tonterías ilógicas. Menos mal que te saque de allí… Sino, no me
quiero imaginar lo que acabaría siendo de ti.
Una vez más le echaba toda la culpa a ese colegio. Que lo único
que hizo fue darme una educación. Pero claro, él nunca tenía la culpa de nada.
-No te preocupes (le dijo mirando a mi padre) Que hacías hay
escondido? Dime.
-Os escuche. (Dije con tono firme)
-Y que escuchaste?
-Nada. (Mentira, pero estaba claro que no se lo iba a decir)
Reconocí vuestras voces, solo eso.
-Venga márchate( dijo con su voz fría)
Asentí con la cabeza. Y me dirigí hacia la puerta para
marcharme tal y como me lo habían pedido. Pero no podía irme sin más. No.
-Y ya está? No me vas a decir nada? (miré a mi padre con la
misma mirada desafiante que él me había tirado a mi) Acaso no te importa como
esta tu hijo aquí? Si lo está pasando mal o bien? Si tengo amigos o sino? O si
me estoy muriendo de hambre? (le dejé contestar pues le había dicho mucho, para
lo poco que él me iba a decir)
-No! (respondió sin tener ninguna duda)
No me lo podía creer. Me sentí afectado, pero no se lo deje
ver.
Le sonreí e incluso me reí con cara sarcástica y chula. No
daba crédito.
-Que os den! (y cerré la puerta de un portazo)
La ira me podía, no era una persona con ese carácter ni de
responder de esa manera. Mi educación siempre fue de lo más correcta, y en mi
casa nunca se alzó la voz. Y si se alzaba, solo podía hacer mi padre.
Pero él me sacaba de quicio, no solo por lo que decía, sino
por cómo era y quien era para mí en mi vida. Era una persona odiosa, sin amor
alguno. Y seguramente ni por el mismo. Odiaba a todas las personas que no
fueran como él. Que no le hicieran caso, que no le siguieran el juego. Y
seguramente en ese instante me estaría odiando por dentro.
Me dirigí hacia mi cuarto, con semblante tranquilo, normal. No
había porque alterarse. Mi mente solo se repetía eso. Yo solo quería pensar en
cosas bonitas en ese momento de enfado. Y la primera persona que me venía a la
cabeza era ella, como siempre. Con su sonrisa picara, sus ojos brillantes y sus
labios carnosos.
-Eee tio espera. (Era Nano llamándome desde la otra punta)
Te estaba buscando, bueno en realidad yo no. Era Luis hará unos 5 minutos. Le
dicho que no sabía dónde estabas. Pero que te lo diría de su parte.
-No me importa. Vamos a mi habitación te voy a contar una
cosa y me tienes que hacer un favor.