miércoles, 1 de mayo de 2013

01.05.13


-Que haces hay escondido?(me dijo una voz grave, la cual me sonaba pero no era capaz de ponerle cara)

Levanté la cabeza y le reconocí. Era Luís, nuestro maestro de matemáticas, un hombre realmente egocéntrico como él solo, ya canoso por el paso del tiempo y junto a algo que le identificaba por el resto de profesores. Su barriga cervecera y su falta de higiene. No porque lo dijera yo solo, sino porque todos podíamos oler ese olor tan estruendo al cual no podría acostumbrarme nunca. Era algo que odiaba.

-Estaba… (dije sin poder pronunciar mas palabras. No me lo esperaba y menos que me diera un susto de aquella envergadura)
-Levanta de ahí! (se dirigió hacia mí enfadado) No querías escuchar lo que hablaban? Ahora los vas a escuchar mejor! Entra aquí! (mientras me señalaba con su dedo índice la puerta de aquel despacho)

Tocó la puerta antes de entrar. Y no dijeron nada. Lo cual significaba que podíamos entrar sin problema.

-Miren a quien traigo! (dijo dirigiéndose a mi padre y a mi tío mientras sacaba una sonrisa de lo mas sarcástica)

Miré a mi padre esperando alguna muestra de afecto, de cariño por su parte o tal vez una simple sonrisa. Sería lo más normal después de “abandonar” allí a su hijo haría cerca de un mes, y sin haber ido todavía a visitarle. Pero no fue así. Ni se inmutó. Solo me miró con cara desafiante, como si de un enemigo se tratase.

Mi situación era incomoda a la misma vez que injusta.

-Porque le as traído? (le grito mi tío aquel hombre de pelo gris) Acaso yo te he dicho que lo trajeras? Eres un inútil!

Aquellas palabras se metieron en mi cabeza y no cabía en mí. Quizás por la forma de hablarle aquel hombre tan mayor, la cual no era la más apropiada o tal vez por lo poco que quería que yo estuviera allí.

Llevaba un mes sin verme y viene a donde me ha dejado interno y no es para verme? No entendía nada de aquello. Qué clase de personas eran esos dos seres que estaban delante mía?

-Señor, nuestro querido alumno estaba escondido bajo la ventana de su despacho. Por eso lo traje. (Le habló de forma muy correcta. Demasiada correcta diría yo por la forma no tan educada que tubo mi tío Emilio para dirigirse a él)
-Ya te puedes marchar Luís (le dijo secamente)
-Osea esto es a lo que te dedicas aquí, no? A espiar a la gente! Qué clase de educación te he dado yo para que hagas esto? Toda la culpa la tuvo ese colegio público.(mi tío asintió con la cabeza) Que os metieron en la cabeza tonterías ilógicas. Menos mal que te saque de allí… Sino, no me quiero imaginar lo que acabaría siendo de ti.

Una vez más le echaba toda la culpa a ese colegio. Que lo único que hizo fue darme una educación. Pero claro, él nunca tenía la culpa de nada.

-No te preocupes (le dijo mirando a mi padre) Que hacías hay escondido? Dime.
-Os escuche. (Dije con tono firme)
-Y que escuchaste?
-Nada. (Mentira, pero estaba claro que no se lo iba a decir) Reconocí vuestras voces, solo eso.
-Venga márchate( dijo con su voz fría)

Asentí con la cabeza. Y me dirigí hacia la puerta para marcharme tal y como me lo habían pedido. Pero no podía irme sin más. No.

-Y ya está? No me vas a decir nada? (miré a mi padre con la misma mirada desafiante que él me había tirado a mi) Acaso no te importa como esta tu hijo aquí? Si lo está pasando mal o bien? Si tengo amigos o sino? O si me estoy muriendo de hambre? (le dejé contestar pues le había dicho mucho, para lo poco que él me iba a decir)

-No! (respondió sin tener ninguna duda)

No me lo podía creer. Me sentí afectado, pero no se lo deje ver.
Le sonreí e incluso me reí con cara sarcástica y chula. No daba crédito.

-Que os den! (y cerré la puerta de un portazo)

La ira me podía, no era una persona con ese carácter ni de responder de esa manera. Mi educación siempre fue de lo más correcta, y en mi casa nunca se alzó la voz. Y si se alzaba, solo podía hacer mi padre.

Pero él me sacaba de quicio, no solo por lo que decía, sino por cómo era y quien era para mí en mi vida. Era una persona odiosa, sin amor alguno. Y seguramente ni por el mismo. Odiaba a todas las personas que no fueran como él. Que no le hicieran caso, que no le siguieran el juego. Y seguramente en ese instante me estaría odiando por dentro.

Me dirigí hacia mi cuarto, con semblante tranquilo, normal. No había porque alterarse. Mi mente solo se repetía eso. Yo solo quería pensar en cosas bonitas en ese momento de enfado. Y la primera persona que me venía a la cabeza era ella, como siempre. Con su sonrisa picara, sus ojos brillantes y sus labios carnosos.

-Eee tio espera. (Era Nano llamándome desde la otra punta) Te estaba buscando, bueno en realidad yo no. Era Luis hará unos 5 minutos. Le dicho que no sabía dónde estabas. Pero que te lo diría de su parte.
-No me importa. Vamos a mi habitación te voy a contar una cosa y me tienes que hacer un favor.

martes, 15 de enero de 2013

15.O1.13


Comenzaba la tarde, una tarde más de muchas, pero esta vez con sentimientos diferentes. Ya no existía yo solo, sino que también existía para ella.

Trataba de aparentar normalidad, tranquilidad, como en esos momentos de apuros en los que la única opción es la serenidad. Pero no podía.
Mi boca no podía, no podía. Mi sonrisa salía y quería decir que estaba feliz que volvía a vivir como hacía mucho tiempo no lo hacía.

Solo quería salir de aquella celda perdida entre aquella gran montaña. Pisar la calle y hasta besar el suelo. Tan difícil era?..

Miraba el móvil esperando que llamara o que tal vez mandara un mensaje; pero no fue así. Mi única distracción eran los pájaros, pensaba en ellos. Tan libres y tan pequeños en el mundo.

-Levanta de ahí. Vamos a pegar una vuelta, no puedes pasarte toda la tarde ahí sin hacer nada mirando al techo. (Me animaba Moisés a salir un poco de aquella habitación tan lúgubre.)
-Qué tal si vamos un rato al billar?(Proponía Navarro con una pelota de fútbol en la mano.) Venga no te lo pienses mas y vamos que nos están esperando. (Me arrastraba literalmente arrancándome de esa cama como si fuera a morir.)

La verdad es que allí no te podías aburrir, tenían de todo. Pista de tenis, de fútbol  una sala de recreativos con miles de maquinas para pasarte allí todo el día y un mini golf. Solo faltaba un centro comercial y la chica más guapa…

Mi atención no estaba puesta en ellos, ni tampoco en ese lugar. Sino en la persona más bonita que había llegado a mi corazón. Si tío una cursilada, pero los tíos también nos enamoramos.

Caminaba sin rumbo, sin mirar donde ellos iban. Mi cabeza no podía pensar en otra cosa, tanto que los perdí de vista y no sabía donde me encontraba. Era un lugar por donde nunca había pasado, era lógico que me perdiera. No podía con dos cosas a la vez. Y mis sentimientos podían más que todo.

Iba caminando recto, deseando llegar a cualquier parte y sino ya preguntaría donde estaba el maldito recreativo. Cuando oí algo… Un algo que era una voz familiar.

Mejor dicho; unas voces familiares… Pero que hacia aquí? Era mi padre…

Qué raro, después de un mes me venía a visitar, ya lo podría haber hecho antes y preguntarme como estaba no? Que se preocupara un poco que soy su hijo… Pero no era eso justamente lo que hablaban, ni mucho menos.

Hablaban bajito, muy bajito. Entre ellos se entendían mi padre y mi tío. Pero yo no me enteraba de mucho, solo de cosas sin sentido.
Estaban dentro de una sala con una gran ventana que daba a ese pasillo, una ventana descubierta, con cristal pero translucida. Yo estaba agachado a hurtadillas intentando escuchar algo de lo que ellos decían.
Repetían siempre lo mismo; “No pueden pasar tanto tiempo juntos, sospecharían”.
Mi mente se quedo en blanco, pensaba, pero no sabía a qué se podían referir. No tenían sentido sus palabras…
Yo seguía allí, esperando que dijeran algo mas pero no fue así.
Cuando una mano me toco el hombro…

viernes, 29 de junio de 2012

29.06.12

No podía equivocarme, ni tampoco tardar. Sabía que el volvería y no me podía pillar allí.
Si no, empezaría el principio de mi fin.

-A ver, poco a poco. Ya esta! Cógelo por favor.
Sonaba, no me lo podía creer, pronto volvería a hablar con ella.

-Maldita sea! No lo coge.
-Pasa algo? (preguntaba Nano todavía esperando fuera)
-No me coge el teléfono! (suspire sin aliento en el alma, sin ganas de pensar en lo que vendría después, en ese momento solo importaba ella en mi cabeza, en mi mente y en mi corazón. )
-Venga tío! No te quedes ahí mirando por la ventana. Llámala otra vez, puede que…
(y antes de que Nano acabara esa frase me falto tiempo para reaccionar y volver a marcar su número)
-Seis… seis… uno... (Repetía cada uno de sus números en voz alta)
Ya marcaba y se escuchaba de fondo los latidos de mi corazón esperando su respuesta, cuando de repente..

-Si? Quién es? (me contestaba una voz dulce al otro lado del aparato)
(y tras unos segundos sin poder mover cualquier articulación…)

-Sonia? Soy Manuel, lo siento por lo del otro día de verdad, la culpa fue de mi tío, me cogió el teléfono y no pude hacer nada. (Le conteste casi sin poder tragar)
-Tranquilo, no pasa nada. Lo importante es que volviste a llamar y eso es lo que me importa.
-Te echaba de menos, y tú no sabes cuánto. Aquí todo es muy duro. Necesito escapar de aquí y volver a verte. Lo necesito.
-Yo no lo necesito, sino que te necesito a ti a mi lado, pero siempre, a cada instante.
(trague saliva y me quede rojo, sin saber que decirle, estaba tan nervioso y a la vez tan feliz por escuchar esas palabras de alguien sobre todo si salían de su boca)

-Manuel? Estas? (pasaron unos momentos sin decirle nada, en ese momento no me lo esperaba, bueno, ni yo ni nadie)
-Vámonos Manuel, no  tardara mucho tu tío en volver y nos va a pillar aquí, date prisa (me susurraba Nano en voz baja desde la puerta de aquel antiguo despacho)
-Ya lo escuchaste, me tengo que marchar, pronto aparecerá el imbécil de mi tío y no me puede ver aquí. Pero te prometo que te volveré a llamar. Te lo juro.
-Me lo prometes? (me decía su voz dulce con la que tanto había soñado estos días y el resto de mi vida)
-Te lo prometo. Te llamare pronto.

Colgué el teléfono sin ninguna gana, cogí su número que tenía en un pequeño papel doblado por veinte sitios y me dispuse a irme. Pero…

-Espera! No tendrá por aquí mi móvil? Necesito recuperarlo. (Le decía a Nano, el cual ya tenía ganas de irse de allí)

-Puede ser que este por aquellos cajones de allá. El todo lo que coge lo guarda allí.
-Aquí no, puf donde lo habrá guardado? (me decía yo mismo) Bingo! Aquí esta!
-Entonces larguémonos.

Salí mirando a todas partes, temiendo por si se le ocurría volver, pero no volvió y yo desaparecí, dejando recuerdos y sentimientos inigualables en aquella habitación convertida en despacho, y rogando que no se olvidara de mí nunca.

jueves, 12 de enero de 2012

12.01.12

-Claro, necesito ocupar mi mente en algo y no pensar en todo esto.
-Vamos, no seas negativo (decía Nano mientras recogía la pelota de futbol desgastada por su uso) al final te acostumbras a vivir aquí, seremos como tu familia, bueno, una familia muy extensa solo de tíos Jajaja

Nano no parecía un seminarista mas, presentía algo en su mirada, en sus ojos color miel, sentía como algo oculto que aun no sabía, pero que pronto descubriría.
-Me está dando un tirón, parad! Parad! (Gritaba con dolor en la pierna Navarro mientras los demás seguíamos jugando).

-Estas bien tio? (Se acerco Moisés preocupado)
-Si, estoy mejor, solo fue por unos instantes el dolor.
-Sera mejor que paremos y descansemos algo, estoy cansado (proponía Nano).

Mientras tanto pasaba el tiempo, y seguíamos allí sentados en aquellas gradas color tierra tan altas.

Y aunque llevara tan poco tiempo allí, me sentía como uno más de ellos, y no tenían ningún reparo en hablar abiertamente conmigo de cualquier tema.

Pero aunque me hablaran, me distrajeran jugando al futbol o tomando algo, yo seguía pensando en ella. Necesitaba hablarle y escuchar su voz tan tierna y delicada. Nada más bonito que ella, ni tan radiante como sus ojos azul turquesa.

De vuelta a la realidad necesitaba hacer algo, no podía vivir con esta angustia.

-Chicos, os puedo hacer una pregunta? (dije con total seguridad)
  Y asintieron todos con la cabeza.
-Necesito llamar por teléfono, y por lo que se, aquí no dejan tener teléfonos móviles. Sabéis si fuera de aquí hay alguna cabina o algo para poder llamar? Es urgente.
-Pequeño, de aquí no se puede salir, es como una cárcel, aunque con gente peor. Jajaja
Soy Nicolás, encantado. Por lo que se ve eres nuevo aquí, no? (decía con voz picara).
-Igualmente, soy Manuel. Y si, llevo muy poco tiempo aquí. Pero cuéntame, no dejan salir de aquí o qué?

-No tío no, como te he dicho esto es como una cárcel, pero una cárcel de máxima seguridad. Solo te dejan salir cuando vienen familiares, y eso si es que vienen (decía Nicolás mientras se sentaba a mi lado en aquellas gradas tan incomodas, y como si me conociera de toda la vida)
-Y desde donde puedo llamar a parte del despacho de mi tío Emilio?
-Tu tío es Don Emilio? (decía con voz de asombro) Nadie lo diría, tu tan aparentemente y por lo poco que te conozco un tío de puta madre, y tu tío, tan estrecho, tan testarudo… Pero bueno que no me quiero desviar del tema.
Aquí solo hay 4 teléfonos; 2 para los secretarios, 1 para el rector y otro para tu tío. Pero me temo que el de los secretarios no podrás cogerlos ya que están justamente fuera de donde está el despacho del rector, y son imposibles. Y el de tu tío, me temo que también (me explicaba Nicolás con pelos y señales).

-Pues necesito coger alguno. Decidme, donde está el de mi tío?
-Te vas a meter en un follón, ten cuidado, yo solo te aviso (me prevenía Moisés).
-No me importa, créeme. Ella es mucho más importante que todo eso.
-Dime pequeño, quien es ella, tu novia? (me preguntaba la única persona que me llamaba pequeño, Nicolás).
-No, de momento no. Pero estuve hablando con ella, y sé que le gusto, y la quiero. Necesito hablar con ella. Porque el otro día mientras hablábamos mi tío entro en la habitación hecho un loco y me quito el teléfono.
-Yo si quieres te llevo al despacho (me proponía Nano).
-De veras? Te lo agradecería.
-Pero tenemos que ir a la siguiente clase, porque es ahí cuando él se toma su café en la cafetería.
-Entonces subo a por su teléfono y bajo ya.
-Si quieres te acompaño (decía Nano)
-Pero no te ibas a venir, a… (Mientras Nicolás le hacia una seña que no entendía lo que significaba a Nano)
-Tienes razón. Puedes subir tu solo y te espero aquí en 5min. ?
-Sí. Bueno voy a coger eso. Hasta ahora! (me despedía de ellos por un momento)
-Hasta ahora (decían todos)

A que se habrán referido? Que tenían en mente hacer? En realidad me daba casi igual, solo deseaba ir corriendo a la habitación para coger su número y llamarla. Lo demás me daban igual.
Lo tengo, ahora solo tenía que ir a buscarlos. Sentía como mi corazón latía como si se fuera a salir, como si me muriera si no volvía a escuchar su dulce voz.

-Vamos? (me decía Nano desde una barandilla próxima a la gradas) Ya ha tocado el pito, estarán entrando ahora mismo a clase, y el ya se habrá ido.

Recorrimos todos los pasillos para llegar a su despacho, y al final lo logramos.

Era un despacho grande, con una gran mesa y una silla de cuero giratoria marrón, pero lo que más me importaba era eso que estaba en una esquina encima de la mesa. El teléfono, esa pequeña cosa que me iba a hacer tan feliz si ella lo cogía.

-Corre, cógelo y llama. No sé lo que va a tardar. Yo me espero fuera. Suerte! (me animaba Nano)

Trataba de no ponerme nervioso, pero no podía. Tenía poco tiempo, así que cogí el teléfono y marcaba poco a poco para no equivocarme. Seis… seis… uno…

lunes, 7 de noviembre de 2011

07.11.11

Allí estaba yo, sentado como uno de más de ellos, pero yo obligado y no como esas personas que estaban allí para ser servidores de Dios y transmitir la palabra de Él.
Me sentía ya sin fuerzas, sin ganas de tirar para adelante y con miedo y rencor de mirar para atrás. Lo único que necesitaba allí era de su compañía, de sus palabras, de sus besos… Lo demás no me importaba nada.

     -Moisés que te apetece hoy? (Le decía un hombre delgado y con el pelo alborotado)
     -Ponme un refresco de lo que quieras Jaime.
     En qué piensas Manuel?
    -En nada, estaba como queriendo desconectar de todo esto.
    -Dime chico, que te apetece tomar?
    -Una coca-cola por favor.

      -Moisés, cuéntame la leyenda. Estoy intrigado. De que trata? Esta chula?
     -Sí, esta chula, aunque no sé si será cierta del todo. Lo único que sé es que cuando vine me la contaron con tanto entusiasmo que fue difícil no creérsela.
  -Entonces, a que esperas para contármela?

  -No sé si sabrás que detrás de esta montaña tan grande (mientras apuntaba con el dedo por la ventana hacia ella) se esconde un convento de monjas de clausura. 
Pues un día, según cuentan, el chofer del convento no pudo ir a recoger todos los pasteles y tartas que hacen ellas, por lo que un chico joven de este mismo seminario fue a recogerlos y llevarlos a su destino. Y justo cuando la joven novicia bajó a entregarle aquellas delicias para el paladar el se enamoro, y ella no pudo evitar enamorarse de ese joven chico tan esbelto y perfecto como era el.

Pasaron los días, las semanas e incluso los meses y él seguía recogiendo los pasteles y haciendo el mismo recorrido que ese día hizo para verla día tras día, aunque tan solo fueran unos segundos. A él solo le bastaban esos pequeños instantes para darse cuenta de que cada vez estaba más enamorado de ella.

Un día cuando él fue le pidió verse a escondidas, sin que nadie lo supiera. Ella al principio se negaba rotundamente, alegando que ella era novicia y no podía hacer eso, pero al final accedió, y decidieron que el iría a buscarla y se irían hacia la montaña, donde nadie los viera. Pero algo fallo. 

Cuando él fue a buscarla la madre superiora los vio, pero ya fue muy tarde, ellos ya se habían ido.
Esa noche fue corta para ellos, ya que se demostraron todo el amor que se tenían y se dijeron todas las palabras bonitas que existían para jurarse amor eterno, pero en silencio por supuesto.

Al día siguiente cuando se levanto temprano la madre superiora la buscaba para hablar con ella, le dijo que eso no podía ser, que como se volvieran a ver la echaría de allí, y que a partir de ahora bajaría otra persona a llevarle la comida para que se la llevara el.

Ese mismo día el volvió por allí esperando que bajara ella, pero nunca bajo, y cuando ya estaba a punto de irse escucho un ruido. Era la puerta, por lo que se espero, pero, pero… en vez de ser ella era la otra chica. Él se quedo pensativo, pensando si ella no querría volverse a saber nada de él. Por lo que le pregunto a la chica novicia que bajo en su lugar, a lo que ella le contesto todo lo que había pasado.

Justamente cuando estaba subiéndose al coche, bajo corriendo y le dijo a aquella chica tan amable que le dijera a Sonia que esa misma noche se asomara por la ventana. Ella asintió y continúo para adelante.

Ya por la noche el se espero bajo su ventana esperando que ella se asomara, y cuando se asomo él le tiro una rosa aparentemente normal, pero en realidad no era así. Era una preciosa que entre pétalo y pétalo tenía un papel en su interior que decía de verse mañana por la mañana y escapar juntos dejando todo ese mundo atrás, y hacer una vida junta.

Al día siguiente allí estaba ella, aunque no lo pareciera. Vestía con ropa normal, con su melena rubia al aire y con sus azules turquesa más brillantes que nunca. Él rápidamente se quedo asombrado, sin poder casi articular ninguna palabra. Era un cambio radical, eso nadie lo dudaba.

Él le cogió la maleta y le hizo un gesto como de marcharse ya, pero ella sentía melancolía, tristeza al irse del convento de aquella forma, sin poder decir nada a nadie. Pero sabía que lo tenía que hacer sino quería perder a Marcos. 

Estaban ya a punto de marcharse cuando de repente escucharon un grito; “Sonia, no puedes irte con él”. Si, era la madre superiora, pero ella no hizo caso de nada ni de nadie. Solo quería huir, huir lo más lejos posible de todo.

Marcos arrancó el coche y ella aun seguía ahí, sentada en aquel pequeño coche azul sin poderle quitarle el ojo a ese convento que un día pensó que estaría allí para siempre, pues no tenia familia y allí se encontraba como en familia.

   (- Sonia, a donde quieres ir? ) Le preguntaba su querido Marcos.
  (-Quiero vivir allí, en esas montañas, sin ningún lujo, ni ninguna casa bonita. Yo solo quiero tener un pequeño sitio en donde estemos los dos juntos. Es lo único que necesito. ) Le dijo Sonia a Marcos.
  (-Entonces trato hecho, allí viviremos) Le contesto Marcos queriendo complacer a su amada.


     -Bonita historia no crees Manuel?
    -Realmente preciosa, para nada me la imaginaba así.
   -Ey chicos os apuntáis a un partidito? Dijo Nano.

martes, 9 de agosto de 2011

09.08.11


Me quedé intrigado, pensando que leyenda seria, de que trataría, y en conclusión  si seria cierta. Aun así recordaba esa historia que me contaban cuando yo era pequeño; Aquella historia del hombre de la playa. Era un hombre de unos 40 años, casado y sin hijos, el no le prestaba ninguna atención a ella, y lo único que hacía  era ir al mar a buscar caracolas.

Un día su mujer se acercó, le abrazo, y le besó. El extrañado de que su mujer fuera tan cariñosa con él, ya que él no le daba intenciones para que ella hiciera eso, se le quedo mirando raro, y le pregunto que le pasaba para que hiciera eso. Ella con cara triste, y queriendo aparentar que no le pasaba nada le dijo, mientras sostenía una caracola, que sentía que era su ultimo día en su vida. Él no le hizo caso alguno, y se volvió para coger unas redes. Al volverse se dio cuenta de que su mujer había muerto, y entre sus manos tenía una caracola.

 Él, con la conciencia no muy limpia se colgó esa misma caracola con un hilo al cuello para recordarla siempre, aunque ella no estuviera a su lado físicamente sí que estaría siempre en su mente y en su corazón.

Mientras tanto, pasaron los años, y él seguía allí, como cada mañana, buscando esas caracolas y recordándola a ella. Un día, según me contaron, el estaba allí sentado y noto que alguien se había sentado a su lado, se giró sigilosamente, con miedo, sin saber quién era ni que quería.

Era ella, su querida mujer, tan bella y preciosa como la recordaba. Sabía que eso no era cierto, él mismo la vio morir, y sabía que no podía estar allí a su lado. Por lo que cerró los ojos, y pidió con todas sus fuerzas que fuera lo que fuera eso, el volviera a su cruda realidad. Seguidamente abrió los ojos poco a poco, con inseguridad y miedo. Pero aun así, allí estaba ella, esta vez de pie, tocando con los dedos esa agua fría de invierno. Ella le hacía señales guiándolo para que se metiera con ella en el mar, él al principio no quiso hacerle caso, pero al final accedió y entro junto a ella. Su gran amor.

Según cuenta la leyenda un chico que paso por allí haciendo deporte vio a un cadáver en el mar, por lo que aviso a la policía. Cuando esta se acercó hasta allí pudo reconocer no un cadáver, sino dos. Una mujer vestida de blanco y aun hombre vestido de negro. Lo más raro de esto es que no solo apareció ella junto a él, sino que a sus espaldas tenían cortes que ponían lo siguiente: “La muerte no es el final” y “El amor no acaba nunca”…

-Manuel, te apetece tomarte algo?
-Si por favor. Tengo ganas de algo frio.
-Que tal la clase? Que te ha parecido?
-Pues bien, pero siento que no debería de estar aquí.
-Tranquilo, aquí todos cuando entramos tenemos esa sensación, pero pasadas unas semanas se nos pasa.
-Sabes que… Me he quedado intrigado con esa leyenda, la que a dicho Don Augusto. De que va?
-Quieres que te la cuente ahora, o más tarde en la habitación?

viernes, 8 de julio de 2011

08.07.11

Eran casi las 6 y 20, y yo ya estaba despierto, aunque, siendo sincero no había podido dormir en toda la noche.

En lo único que pensaba era en ella, que podía hacer? Ya no podía hablar con Raquel por culpa de mi tío. Lo único que me quedaba era esperar, esperar a ella, esperar a alguna solución ante ello.

-Vamos despierta! Se nos hará tarde.
-Si… Ya me estaba levantando.
-Manuel, que pasó anoche? Escuche gritos de Don Emilio.
-Nada, entró en la habitación como un loco, diciendo que estaba haciendo ruido. Y el único que izo ruido fue él, que cuando se fue pegó un portazo.
-Eso si que lo escuché… y te castigo o algo?
-No, nada de eso. Solamente me quitó el móvil. Aquí no hay teléfonos?
-No. Los únicos que hay están en los despachos, pero esta complicado entrar.
-Joder! Pues necesito un teléfono! Y nadie de los que están aquí tienen móviles??
-No. Nosotros cuando tenemos que llamar a nuestros padres o familiares vamos a hablar con Emilio, y él nos deja el teléfono.

  Mientras caminábamos hacia mi 1º clase que era lengua, me encontré con mi tío por el camino. El caminaba hacia mí, y cuando pasó por mi lado sentí esa mirada fría, inquieta y escalofriante, que me echaba siempre cuando yo era más chiquito y hacia pequeñas travesuras.

Entré en aquella clase oscura, pálida e incluso fría, y sentí algo raro, me sentí como un intruso, como una persona que no debería de estar allí sentado. Como si ese no tuviera que ser mi destino.

Los minutos pasaban lentos, al contrario que los latidos de mi corazón que latían al compás de su nombre. Y me la recordaban segundo tras segundo, minuto tras minuto. Ni incluso la clase me hacia dejar de echarla de menos.

Todo me recordaba a ella.

-Bueno todos sabéis la leyenda de nuestro seminario, no? (-Decía el profesor Don Augusto) Moisés, tu encárgate de contársela a Manuel que el todavía no la conoce. Y pasado mañana quiero que me traigáis una redacción sobre ella.

   Estando ya en el pasillo…

-Moisés, y esa leyenda cual es?