-Claro, necesito ocupar mi mente en algo y no pensar en todo esto.
-Vamos, no seas negativo (decía Nano mientras recogía la pelota de futbol desgastada por su uso) al final te acostumbras a vivir aquí, seremos como tu familia, bueno, una familia muy extensa solo de tíos Jajaja
Nano no parecía un seminarista mas, presentía algo en su mirada, en sus ojos color miel, sentía como algo oculto que aun no sabía, pero que pronto descubriría.
-Me está dando un tirón, parad! Parad! (Gritaba con dolor en la pierna Navarro mientras los demás seguíamos jugando).
-Estas bien tio? (Se acerco Moisés preocupado)
-Si, estoy mejor, solo fue por unos instantes el dolor.
-Sera mejor que paremos y descansemos algo, estoy cansado (proponía Nano).
Mientras tanto pasaba el tiempo, y seguíamos allí sentados en aquellas gradas color tierra tan altas.
Y aunque llevara tan poco tiempo allí, me sentía como uno más de ellos, y no tenían ningún reparo en hablar abiertamente conmigo de cualquier tema.
Pero aunque me hablaran, me distrajeran jugando al futbol o tomando algo, yo seguía pensando en ella. Necesitaba hablarle y escuchar su voz tan tierna y delicada. Nada más bonito que ella, ni tan radiante como sus ojos azul turquesa.
De vuelta a la realidad necesitaba hacer algo, no podía vivir con esta angustia.
-Chicos, os puedo hacer una pregunta? (dije con total seguridad)
Y asintieron todos con la cabeza.
-Necesito llamar por teléfono, y por lo que se, aquí no dejan tener teléfonos móviles. Sabéis si fuera de aquí hay alguna cabina o algo para poder llamar? Es urgente.
-Pequeño, de aquí no se puede salir, es como una cárcel, aunque con gente peor. Jajaja
Soy Nicolás, encantado. Por lo que se ve eres nuevo aquí, no? (decía con voz picara).
-Igualmente, soy Manuel. Y si, llevo muy poco tiempo aquí. Pero cuéntame, no dejan salir de aquí o qué?
-No tío no, como te he dicho esto es como una cárcel, pero una cárcel de máxima seguridad. Solo te dejan salir cuando vienen familiares, y eso si es que vienen (decía Nicolás mientras se sentaba a mi lado en aquellas gradas tan incomodas, y como si me conociera de toda la vida)
-Y desde donde puedo llamar a parte del despacho de mi tío Emilio?
-Tu tío es Don Emilio? (decía con voz de asombro) Nadie lo diría, tu tan aparentemente y por lo poco que te conozco un tío de puta madre, y tu tío, tan estrecho, tan testarudo… Pero bueno que no me quiero desviar del tema.
Aquí solo hay 4 teléfonos; 2 para los secretarios, 1 para el rector y otro para tu tío. Pero me temo que el de los secretarios no podrás cogerlos ya que están justamente fuera de donde está el despacho del rector, y son imposibles. Y el de tu tío, me temo que también (me explicaba Nicolás con pelos y señales).
-Pues necesito coger alguno. Decidme, donde está el de mi tío?
-Te vas a meter en un follón, ten cuidado, yo solo te aviso (me prevenía Moisés).
-No me importa, créeme. Ella es mucho más importante que todo eso.
-Dime pequeño, quien es ella, tu novia? (me preguntaba la única persona que me llamaba pequeño, Nicolás).
-No, de momento no. Pero estuve hablando con ella, y sé que le gusto, y la quiero. Necesito hablar con ella. Porque el otro día mientras hablábamos mi tío entro en la habitación hecho un loco y me quito el teléfono.
-Yo si quieres te llevo al despacho (me proponía Nano).
-De veras? Te lo agradecería.
-Pero tenemos que ir a la siguiente clase, porque es ahí cuando él se toma su café en la cafetería.
-Entonces subo a por su teléfono y bajo ya.
-Si quieres te acompaño (decía Nano)
-Pero no te ibas a venir, a… (Mientras Nicolás le hacia una seña que no entendía lo que significaba a Nano)
-Tienes razón. Puedes subir tu solo y te espero aquí en 5min. ?
-Sí. Bueno voy a coger eso. Hasta ahora! (me despedía de ellos por un momento)
-Hasta ahora (decían todos)
A que se habrán referido? Que tenían en mente hacer? En realidad me daba casi igual, solo deseaba ir corriendo a la habitación para coger su número y llamarla. Lo demás me daban igual.
Lo tengo, ahora solo tenía que ir a buscarlos. Sentía como mi corazón latía como si se fuera a salir, como si me muriera si no volvía a escuchar su dulce voz.
-Vamos? (me decía Nano desde una barandilla próxima a la gradas) Ya ha tocado el pito, estarán entrando ahora mismo a clase, y el ya se habrá ido.
Recorrimos todos los pasillos para llegar a su despacho, y al final lo logramos.
Era un despacho grande, con una gran mesa y una silla de cuero giratoria marrón, pero lo que más me importaba era eso que estaba en una esquina encima de la mesa. El teléfono, esa pequeña cosa que me iba a hacer tan feliz si ella lo cogía.
-Corre, cógelo y llama. No sé lo que va a tardar. Yo me espero fuera. Suerte! (me animaba Nano)
Trataba de no ponerme nervioso, pero no podía. Tenía poco tiempo, así que cogí el teléfono y marcaba poco a poco para no equivocarme. Seis… seis… uno…