Es… es.. es… Su número!!
Ahora lo entiendo todo! Por eso me dijo que la llamara y yo me quedé con esa cara tan extraña de decir; “pero como ?”
No me lo podía creer…! La chica de mis sueños, esa chica que un día el destino (bueno, mejor dicho mi padre) nos separó sin razón alguna, y que un día, exactamente el día que me iba, nos unió por algunos segundos. Segundos, que para mi fueron lo mejor de mi vida…
Me tiré a esa cama tan incómoda que ahora tenia y abrazé la almohada como si fuera ella. Me quedé quieto, y pensativo. Llevaba como unos segundos acostado y todavía no me lo podía creer.
Era una gran sorpresa después de 2 años sin ella, como un sueño hecho casi realidad.
Muchas veces soñaba cosas, cosas como que un día la volvería a ver y seriamos esa pareja tan perfecta que siempre creía que íbamos a ser. Pero nunca hubiera imaginado que sería así, que me tendría que ir de mi pueblo y separarme para siempre de ella.
Pero, que estoy haciendo?? Estoy tonto o que???!! Voy a llamarla!!
-Toc, toc! Puedo pasar?
-Si pasa.
-Hola, encantado, soy Moisés. Soy tu compañero de habitación.
-Encantado. Soy Manuel.
-Siento si he llegado muy pronto, pero es que se me olvidó una cosa y necesitaba cogerla.
-No, para nada. Iba a llamar… pero lo puedo hacer más tarde.
-A bueno. Te han enseñado ya todo esto?
-Sí, mi tío me las enseñó antes. Pero la verdad es que no le presté mucha atención.
-Vienes obligado por tus padres, no?
-Sí…
-Yo también, la policía me pillo fumando yerba en el parque y me arrestaron. Cuando mis padres llegaron se avergonzaron de mí. Y, al mes ya me habían buscado este seminario.
-Que putada tío… Yo.. Yo iba a un centro público, pero mis padres decidieron traerme aquí, para ser mejor persona de lo que soy y que me tío me controlara mas. Digamos que tengo una familia muy complicada.
-Aquí casi todos venimos de familias así. Bueno, tengo que entregar un papel a Don Herminio te vienes y luego vamos a las canchas de baloncesto?
-Claro! Quiero desconectar un poco, que hoy he tenido un día muy largo.
-Entonces, vamos!
Mientras íbamos a clase de Don Herminio me iba encontrando a chavales de más o menos de mi edad. Algunos estudiando, otros hablando y otros tantos jugando al ajedrez.
-Es aquí. Entrego esto y nos vamos, vale?
Mientras estaba allí esperándolo, pensaba en lo que Moisés me había dicho. Que allí habían muchos chicos que estábamos allí por culpa de nuestros padres. Pero, estaba seguro, que ninguno tendría una familia tan exigente y fría como era la mía…
-Ya está! Ahora toca divertirnos!
Moisés era chico normal, ni delgado ni gordo. Moreno, ojos verdes y alto, muy alto. Por lo poco que lo estaba conociendo parecía un chico extrovertido y sincero. No le daba pudor contar nada. Cosa que me gustaba mucho de las personas. Por nada del mundo me gustaría encontrarme allí a una persona que criticara a los demás y que fuera mentirosa. No podría convivir con una persona hipócrita.
Cuando llegué a la cancha habían chicos de todas las edades, desde mi edad hasta de unos 30 años jugando en ella.
Al rato ya había conocido a varios chavales, uno de ellos se llamaba Israel Navarro, pero todo el mundo allí lo conocía como Navarro. Era un chico rebelde y lo metieron allí por haber robado en una tienda de móviles. Él tenía 13 años y llevaba allí unos 5 meses.
-Manuel , ven! Te quiero presentar a un amigo que es ya de la familia. Él es Nano!
-Hola! Encantado! Soy Nano!
-Igualmente! Soy Manuel!
-Si necesitas algo no dudes en pedírmelo! Vivo a 3 habitaciones al lado tuya. Es la numero 125.
-Gracias!
-Manuel, me voy a la habitación. Me quiero duchar. Adiós!
-Espera, me voy contigo! Adiós chicos!
Estando ya en la habitación solo tenía recuerdos buenos. Recuerdos de unas personas maravillosas que había conocido hacia solo un rato y que ya me trataban como si me conocieran de siempre y de ella. Pero sobretodo de ella. De Raquel, esa chica que ya no salía de mi cabeza, de mi pensamiento. La echaba de menos. En esos momentos solo quería estar con ella y nadie más. Aunque solo fueran unos momentos…
Todavía se estaba duchando Moisés cuando decidí llamar a Raquel para hablar con ella.
Eran las 8 y media, y no esperé ni un segundo más para poder escuchar su voz tan dulce y fina.
-Si?
(Escuché su voz y no pude hablar por lo que esperé unos segundos antes de hablar para poder tragar saliva)
-Raquel, soy Manuel. Necesito hablar contigo…